El siguiente artículo, que es principalmente una traducción cuyas fuentes se indican abajo del todo, ha sido editado inicialmente en otro formato y aquí al blog lo he copiado y pegado directamente, por lo que aparte de que no aparecen las fotos podría haber además ligeros errores de formato y párrafos con diferentes espacios al original, etc. Lo posteo también en este blog por si a alguien le viene bien así, por ejemplo quienes no tengan modo de ver los archivos en formato PDF.
La versión original ha sido completada también hoy 13 de octubre de 2020, la cual incluye fotos y el formato correcto del artículo.
Quien quiera leer la versión original en PDF (11 páginas) puede hacerlo aquí: https://nytz.files.wordpress.com/2020/10/mi-encuentro-con-ramana-maharshi-mercedes-de-acosta.pdf
Mi
encuentro con Ramana Maharshi
por
Mercedes de Acosta
Nota
de pasada: ¿Veis las similitudes entre lo que dicen Ramana Maharshi
y Un curso de milagros? Está claro que Ramana Maharshi es un ser
inspirado.
Ella
era una guionista de Hollywood. Él, el sabio más venerado de la
India. Esto es lo que sucedió cuando ella lo visitó durante tres
días.
☼☼☼
Mercedes de Acosta (1893-1968) fue una
guionista y poetisa estadounidense de las décadas de 1920 y 1930
famosa por sus aventuras amorosas con Greta Garbo, Marlene Dietrich,
Isadora Duncan y muchas otras hermosas celebridades.
“Puedo alejar a cualquier mujer de
cualquier hombre”, dijo en una ocasión a sus amigos.
A pesar de sus obras y éxitos
artísticos (obras de teatro producidas, tres volúmenes de poesías,
una novela, también diseñó ropa, etc.) hoy en día se la conoce
principalmente por sus relaciones románticas con numerosas
celebridades femeninas. Esto probablemente dice más sobre los
tiempos en que vivimos que sobre ella. A esto pudo contribuir el
hecho de que mantuvo diversas relaciones lésbicas con la élite de
Hollywood, y aunque el lesbianismo y la bisexualidad en los primeros
años de Hollywood eran comunes, ella fue una de las pocas personas
que no intentó ocultar su sexualidad. Por otro lado, sus logros
artísticos y su interés por la mística son aspectos de su vida que
en una sociedad sana serían mucho más significativos de recordar.
En 1938 viajó a Arunachala para
encontrarse con Ramana Maharshi y se quedó tres días. Esta visita
tuvo un tremendo impacto en ella. Más tarde escribió en su
autobiografía que estos fueron los tres días más importantes de su
vida.
En 1962 envió a Sri Ramana una copia
de su autobiografía, de la cual se extrajo el artículo traducido a
continuación, y la inscribió de la siguiente manera:
A Bhagavan Ramana Marharshi, el
único ser puro, completamente sin ego, desapegado del mundo que he
conocido.
Este es su relato de lo ocurrido
durante su estancia en Arunachala en 1938.
☼☼☼
Mercedes de Acosta
(1893-1968)
Ramana Maharshi
(1879-1950)
Encuentro cara a cara:
1938
Mi
encuentro con Ramana Maharshi
por Mercedes de Acosta
(Fragmento de su
autobiografía: "Here Lies the Heart")
(Foto de la portada de su
autobiografía: «Aquí yace el Corazón: El cuento de mi vida»)
«A SEARCH IN SECRET INDIA» [un libro
de Paul Brunton, cuya traducción literal sería «UNA BÚSQUEDA EN
LA INDIA SECRETA», que fue publicado en español con el título «LA
INDIA SECRETA», y hay otra publicación que también recogió los
pasajes de ese libro que tienen relación con Ramana Maharshi, bajo
el título «El Maharshi y su Mensaje»] tuvo una profunda influencia
en mí. En él supe por primera vez acerca de Ramana Maharshi, un
gran santo y sabio indio. Fue como si alguna emanación de este santo
me alcanzara desde el libro. Durante días y noches después de leer
sobre él, no pude pensar en otra cosa. Me volví, por así decirlo,
poseída por él. Ni siquiera podía hablar de otra cosa. Nada podía
distraerme de la idea de que debía ir a encontrarme con este santo.
A partir de ese momento, aunque poco a poco dejé de hablar tanto de
ello, toda la dirección de mi vida se encaminó hacia la India y se
alejó de Hollywood. Sentí que seguramente iría allí, aunque no
había nada en ese momento que indicara que lo haría. Sin embargo,
sentí que conocería al Maharshi y que ese encuentro sería la
experiencia más grande de mi vida.
(Portada de A SEARCH IN
SECRET INDIA)
Tenía muy poco dinero, demasiado poco
para arriesgarme a ir a la India, pero algo me empujó a lanzarme
hacia allá. Fui a la compañía de barcos de vapor y reservé uno de
los camarotes más baratos de un barco indio, el S. S. Victoria, que
navegaba de Génova a Bombay a principios de octubre. Mientras tanto,
volé a Dublín para ver a mi hermana.
Había reservado un pasaje a Ceilán
con la intención de cruzar al sur de la India e ir directamente a
Tiruvannamalai, donde vivía Ramana Maharshi. Pero cuando el barco
hizo escala en Bombay, Norina Matchabelli subió a bordo para verme
con un mensaje de Meher Baba diciendo que Consuelo [una compañera de
viaje que era seguidora de Meher Baba] y yo debíamos bajar del barco
y venir a verlo en Ahmednagar, a unas dos horas de Bombay. Yo no
quería hacer esto, ya que mi verdadero propósito en la India era
ver al Maharshi y estaba impaciente por llegar a él.
En Madrás alquilé un automóvil, y
estaba tan ansiosa por llegar a Tiruvannamalai que no me acosté sino
que viajé de noche, llegando a eso de las siete de la mañana
después de un trayecto de casi once horas. Estaba muy cansada cuando
salí del auto en una pequeña plaza frente al templo [Templo
Arunachaleswara]. El conductor me explicó que no podía llevarme más
lejos. Me volví hacia la colina de Arunachala y me apresuré bajo el
sol caliente por el camino cubierto de polvo hasta la morada, a unas
dos millas de la ciudad donde vivía el Sabio. Mientras recorría
esas dos millas, en lo más profundo de mí sabía que estaba
corriendo hacia la experiencia más grande de mi vida.
Cuando, aturdida y llena de emoción,
entré por primera vez a la sala donde se encontraba Ramana, no sabía
muy bien qué hacer. Al venir de fuera cegada por la fuerte luz del
sol y llegar a la sala que estaba algo oscurecida, al principio me
resultaba difícil ver; sin embargo, percibí a Bhagavan de
inmediato, sentado en la postura de Buda en su sofá en la esquina.
En ese mismo momento me sentí abrumada por un fuerte poder en la
sala, como si un viento invisible soplara violentamente hacia mí.
Por unos instantes me sentí mareada. Entonces me recuperé. Para
gran sorpresa mía, de repente escuché una voz estadounidense que me
llamaba: "Hola, pasa". Era la voz de un estadounidense
llamado Guy Hague, originario de Long Beach, California. Más tarde
me dijo que había sido dado de baja honorablemente de la Marina
estadounidense en Filipinas y que luego se había abierto camino a la
India, comenzando a estudiar yoga cuando llegó a Bombay. Luego supo
de Sri Ramana Maharshi y, sintiéndose muy atraído por él, decidió
ir a Tiruvannamalai. Cuando lo conocí, él ya había estado con el
Maharshi desde hacía un año, sentado ininterrumpidamente día y
noche en la sala con el sabio.
(Guy Hague con Sri Ramana
Maharshi)
Guy se levantó de donde estaba sentado
contra la pared y se acercó a mí, tomando mi mano y llevándome de
regreso a un lugar junto a él contra la pared. Al principio no me
habló, lo que me permitió recomponerme. Pude mirar alrededor del
salón, pero mi mirada fue atraída hacia Bhagavan, quien estaba
sentado absolutamente derecho en la postura de Buda mirando
directamente hacia el frente. Sus ojos no parpadeaban ni se movían
de ninguna manera. Como parecían tan llenos de luz, tuve la
impresión de que eran grises. Más tarde supe que eran marrones,
aunque ha habido varias opiniones sobre el color de sus ojos. Su
cuerpo estaba desnudo excepto por un taparrabos. Poco después
descubrí que esto y su bastón eran absolutamente sus únicas
posesiones. Su cuerpo parecía firme y como bronceado por el sol,
aunque descubrí que el único ejercicio que hacía era una caminata
de veinte minutos todas las tardes a las cinco cuando caminaba por la
colina y a veces saludaba a los yoguis que venían a postrarse a sus
pies.
(Ramana Maharshi)
Ramana era un vegetariano estricto,
pero solo comía lo que se le ponía delante y nunca expresaba deseos
de ningún tipo de comida. Mientras estaba sentado allí, parecía
una estatua y, sin embargo, algo extraordinario emanaba de él. Tuve
la sensación de que en algún nivel invisible estaba recibiendo
impactos espirituales que provenían de él, aunque su mirada no
estaba dirigida hacia mí. No parecía estar mirando nada y, sin
embargo, sentí que él podía ver y era consciente del mundo entero.
"Bhagavan está en samadhi",
dijo Guy Hague.
Miré alrededor. Varios indios oraban
en cuclillas en el suelo o sentados en la postura de Buda o postrados
boca abajo, algunos de ellos recitando mantras en voz alta. Varios
pequeños monos entraron en el salón y se acercaron a Bhagavan. Se
subieron a su sofá y rompieron la quietud con sus alegres parloteos.
Él amaba a los animales y cualquier especie de animal era respetada
y recibida por él en el ashram. Los animales eran tratados como
iguales a los humanos y siempre se les llamaba por sus nombres. Los
animales enfermos eran llevados ante Bhagavan y él los mantenía en
su lecho o en el suelo junto a él hasta que se recuperaran. Muchos
animales habían muerto en sus brazos. Cuando estuve allí, tenía
una vaca muy querida que entraba y salía del pasillo y, a menudo, se
echaba a su lado y le lamía la mano. Le encantaba contar historias
sobre la bondad de los animales. Fue notable que ninguno de los
animales agrediera a los visitantes ni se atacaran entre sí.
Después de haber estado sentada varias
horas en la sala escuchando los mantras de los indios y el incesante
zumbido de las moscas, y perdida en una especie de mundo interior,
Guy Hague me sugirió que fuera a sentarme cerca del Maharshi. Me
dijo: “Nunca se puede saber cuándo saldrá Bhagavan del samadhi.
Cuando lo haga, estoy seguro de que se alegrará de verte y será
beneficioso para ti, en ese momento, estar sentada cerca de él”.
Me acerqué a Bhagavan, sentándome a
sus pies frente a él. Guy tenía razón. No mucho después de esto,
Bhagavan abrió los ojos. Movió la cabeza y me miró directamente,
sus ojos me traspasaban. Sería imposible describir ese momento y no
voy a intentarlo. Solo puedo decir que en ese segundo sentí que mi
ser interior se elevaba a un nuevo nivel, como si, de repente, mi
estado de conciencia se elevara a un grado mucho más alto. Quizás
en esta fracción de segundo yo ya no era mi yo humano sino el Yo, el
Ser. Entonces Bhagavan me sonrió. Me parecía que nunca antes había
sabido lo que era una sonrisa. Le dije: "He recorrido un largo
camino para verte".
(Mercedes de Acosta)
Hubo silencio. Estúpidamente por mi
parte, había traído una hoja de papel en la que había escrito una
serie de preguntas que quería hacerle. Busqué a tientas en mi
bolsillo, pero las preguntas ya habían sido respondidas simplemente
estando en su presencia. Ya no había necesidad de preguntas ni
respuestas. Sin embargo, mi aburrido intelecto expresó una.
“Dime, ¿a quién debería seguir, o
qué método o camino debería seguir? He estado tratando de
averiguar esto durante años buscando en religiones, filosofías,
enseñanzas”. De nuevo hubo silencio. Transcurrieron unos minutos,
que a mí me parecieron mucho tiempo, tras los cuales habló.
“No estás siendo sincera. Solo estás
soltando palabras, solo hablando. Sabes perfectamente a quién
seguir. ¿Por qué necesitas que te lo confirme?”.
"¿Quieres decir que debería
seguir a mi ser interior?", pregunté.
"No sé nada sobre tu ser
interior. Debes seguir al Ser. No hay nada ni nadie más a quien
seguir".
Pregunté de nuevo: "¿Y qué pasa
con las religiones, los maestros, los gurús?".
“En caso de que puedan ayudar en la
búsqueda del Ser. ¿Pero pueden ayudar? ¿Puede la religión, que te
enseña a mirar fuera de ti misma, que promete un cielo y una
recompensa fuera de ti misma, puede eso ayudarte? Solo cuando nos
sumergimos profundamente en el Corazón espiritual podemos encontrar
el Ser”. Ramana se puso la mano derecha sobre el lado derecho de su
propio pecho y continuó: “Aquí se encuentra el Corazón, el
dinámico Corazón espiritual. Se le llama Hridaya, se encuentra en
el lado derecho del pecho y es claramente visible para el ojo
interior de un adepto al camino espiritual. Por medio de la
meditación puedes aprender a encontrar el Ser en la cueva de este
Corazón”.
Es extraño, pero cuando yo era muy
joven Ignacio Zuloaga me dijo: “Todas las grandes personas viven
desde el corazón”. Puso su mano sobre mi corazón físico y dijo:
“Mira, aquí está el corazón. Recuerda siempre pensar con él,
sentir con él y, sobre todo, juzgar con él”.
Pero el Iluminado elevó el consejo a
un nivel superior. Dijo: "Encuentra el Ser en el Corazón real".
(Mercedes de Acosta con un
amigo de Hollywood)
Ambos, justo en el momento adecuado de
mi vida, me mostraron el camino. La gente le decía a Bhagavan: "Me
gustaría encontrar a Dios". Su respuesta era: "Encuentra
el Ser primero y entonces no tendrás que preocuparte por Dios".
Y una vez un hombre le dijo: "No sé si ser católico o
budista".
Bhagavan le preguntó: "¿Qué
eres ahora?".
Él respondió: "Soy católico".
Y entonces le dijo: "Ve a casa y
sé un buen católico y entonces sabrás si deberías ser budista o
no".
Bhagavan me indicó que el Ser real es
intemporal. “Pero”, dijo, “a pesar de la ignorancia, ningún
hombre se toma en serio el hecho de la muerte. Puede que vea la
muerte a su alrededor, pero sigue sin creer que él mismo vaya a
morir. Cree, o más bien siente, de alguna extraña manera, que la
muerte no es para él. Sólo cuando su cuerpo se ve amenazado cae
víctima del miedo a la muerte. Todo hombre se cree eterno, y esta es
realmente la verdad. Esta verdad se afirma a sí misma a pesar de la
creencia ignorante del hombre de que el cuerpo es el Ser”.
Le pregunté cómo rezar por otras
personas. Él respondió: “Si estás morando dentro del Ser, no hay
otras personas. Tú y yo somos lo mismo. Cuando oro por ti oro por mí
mismo y cuando oro por mí mismo oro por ti. La verdadera oración
consiste en morar en el Ser. Este es el significado de Tat Twam Asi:
Tú Eres Eso. No puede haber separación en el Ser. No hay necesidad
de orar por ti misma ni por ninguna otra persona, sino morar en el
Ser”.
Le dije: "Bhagavan, dices que debo
emprender la búsqueda del Ser mediante Atma Vichara, haciéndome la
pregunta ¿Quién soy yo? ¿Puedo preguntarte quién eres tú?".
Bhagavan respondió: "Cuando conoces al Ser, el 'Yo', 'Tú',
'Él' y 'Ella' desaparecen. Se fusionan en la pura Conciencia".
En una ocasión vi lo que pensé que
eran unos sacerdotes de aspecto malvado que habían venido del
templo, y les hablé de ellos a Bhagavan. Él dijo: “¿Qué quieres
decir con 'malvado'? No conozco la diferencia entre lo que llamáis
bien y mal. Para mí, ambos son lo mismo, solo los lados opuestos de
la moneda”. Debería haber sabido esto. Bhagavan estaba, por
supuesto, más allá de la dualidad. Estaba más allá del amor y el
odio, más allá del bien y del mal, y más allá de todos los pares
de opuestos.
Escribir sobre esta experiencia con
Bhagavan, rescatar y registrar todo lo que dijo, o todo lo que
implicaron sus silencios, es como intentar poner el infinito en una
huevera. Un pequeño capítulo no puede de ninguna manera hacerle
justicia o dar una idea de su iluminación, y no creo que esté lo
suficientemente avanzada espiritualmente, si es que he dado algún
paso en absoluto, para tratar de interpretar su conocimiento supremo.
En mí él tenía, y todavía sigue teniendo, una profunda
influencia. Me parece presuntuoso decir que cambió mi vida. Quizás
mi vida no era tan importante como para ello. Pero no cabe la menor
duda de que después de haber estado en su presencia vi la vida de un
modo diferente, una presencia que con solo “ser” era suficiente
alimento espiritual para toda la vida. Es posible que cuando regresé
de la India, la gente que no lo discernía vio muy pocos cambios en
mí. Pero hubo un cambio, una transformación de toda mi conciencia.
¿Y cómo podría haber sido de otra manera? Había estado en la
atmósfera de un ser sin ego, desapegado del mundo y completamente
puro.
Me senté en la sala con Bhagavan tres
días y tres noches. A veces él me hablaba; otras veces se quedaba
callado y yo no interrumpía su silencio. A menudo él estaba en
samadhi. Quería quedarme allí con él, pero finalmente me dijo que
debería volver a Estados Unidos. Dijo: “Habrá lo que se llamará
una 'guerra', pero que, en realidad, será una gran revolución
mundial. Todos los países y todas las personas se verán afectados
por ella. Debes regresar a América. Tu destino no está en la India
en este momento”. Antes de dejar el ashram, Bhagavan me dio algunos
versos que había seleccionado del Yoga Vasishta. Dijo que contenían
la esencia del camino de una vida pura.
Establecido
en el estado de plenitud, que brilla cuando se renuncia a todos los
deseos, y en paz en el estado de libertad en vida, actúa jugando
alegremente en el mundo, ¡oh Raghava!
Interiormente
libre de todos los deseos, desapasionado y desapegado, pero
exteriormente activo en todas las direcciones, actúa jugando
alegremente en el mundo, ¡oh Raghava!
Libre
de egoísmo, con la mente desapegada como en el dormir profundo, pura
como el cielo, siempre inmaculada, actúa jugando alegremente en el
mundo, ¡oh Raghava!
Comportándote
noblemente con ternura bondadosa, cumpliendo exteriormente las
convenciones, pero renunciando a todo interiormente, ¡actúa jugando
alegremente en el mundo, oh Raghava!
Absolutamente
desapegado de corazón, pero aparentemente actuando como con apego,
interiormente frío (indiferente) pero exteriormente lleno de fervor,
actúa jugando alegremente en el mundo, ¡oh Raghava!
Con tristeza me despedí de Bhagavan.
Cuando me iba, me dijo: "Volverás aquí de nuevo". Lo cual
me asombra y despierta en mí una interrogación. Dado que su
presencia física ya no está, me pregunto si lo haré. Sin embargo,
a menudo siento la atracción de Arunachala como si me impulsase a
volver. Siento el tirón de esa colina sagrada de la que él formaba
parte y donde yace enterrado su cuerpo mortal.
ANTES DE DEJAR EL ASHRAM escribí
varias preguntas para que Guy Hague se las hiciera a Bhagavan de mi
parte, dado que no había tenido la oportunidad de hacérselas yo
misma. Me había molestado el hecho de que tantos santos y personas
iluminadas hubieran estado enfermos y sufriendo físicamente. Le
pregunté: "¿No deberían ellos tener cuerpos perfectos y,
además, por qué no se curan a sí mismos?". En Europa recibí
una carta de Guy diciendo que había planteado mi pregunta a
Bhagavan. Escribió: “Bhagavan me dijo que te
dijera que la persona espiritualmente perfecta no necesita
necesariamente tener un cuerpo perfecto. La razón, según explicó,
es muy sencilla.
“Verás: el
ego, el cuerpo y la mente son la misma cosa. La persona
espiritualmente perfecta, como Bhagavan, está por encima de estas
tres cosas. En consecuencia, él no tiene... un cuerpo que curar, ni
una mente —o ego— con la que curarlo. Él está más allá de
todo eso porque eso es una ilusión. Él está viviendo en la
Realidad. Los científicos cristianos pueden hacer uso de la mente y
curar el cuerpo, porque son la misma cosa. Los indios americanos
también se curan de esta manera. Es la curación por fe.
“Pero si la
persona espiritualmente perfecta está corporalmente enferma es
porque el cuerpo está agotando su karma. Bhagavan dio una
ilustración del karma, diciendo que es como un ventilador eléctrico
y debe seguir su curso, cesando de moverse gradualmente incluso
después de haberlo apagado. Él dice que la mente nace en la ilusión
y construye un cuerpo y un mundo a su medida, es decir, un mundo que
ella se ha ganado y que se merece (por su karma). Bhagavan, sabiendo
que el cuerpo y la mente son una ilusión, no puede experimentar
ninguna dolencia o malestar corporal. Le vemos sufrir dolor, pérdida
de peso, etc. Eso está en nuestras mentes, no en la suya. Él en
realidad es incorpóreo, aunque tú y yo no podemos experimentar esto
como un hecho”.
En otra carta Guy me comunicó las
respuestas a mis preguntas, lo que llevó a otras. Él anotó mis
nuevas preguntas y más adelante las respuestas que en su momento le
dio Bhagavan.
Pregunta: ¿Existe
la reencarnación?
Bhagavan: Tú estás encarnada ahora,
¿no es así? Entonces volverás a estarlo. Pero como el cuerpo es
una ilusión, la ilusión se repetirá y seguirá repitiéndose hasta
que encuentres el Ser real.
Pregunta: ¿Qué
es la muerte y qué es el nacimiento?
Bhagavan: Solo el cuerpo tiene muerte y
nacimiento, y (el cuerpo) es una ilusión. En la Realidad no hay
nacimiento ni muerte.
Pregunta: ¿Cuánto
tiempo puede pasar entre la muerte y el siguiente nacimiento?
Bhagavan: Quizás uno renazca al cabo
de un año, tres años o miles de años. ¿Quién lo puede decir? En
cualquier caso, ¿qué es el tiempo? El tiempo no existe.
Pregunta: ¿Por
qué no recordamos las vidas pasadas?
Bhagavan: La memoria es una facultad de
la mente y es parte de la ilusión. ¿Por qué quieres recordar otras
vidas que también son ilusiones? Si te estableces en el Ser, no hay
pasado ni futuro, ni siquiera presente, ya que el Ser está fuera del
tiempo: es intemporal.
Pregunta: ¿Son
el mundo, la mente, el ego y el cuerpo lo mismo?
Bhagavan: Sí. Son una y la misma cosa.
La mente y el ego son una misma cosa, pero no hay palabras para
explicar esto. Verás, el mundo no puede existir sin la mente, la
mente no puede existir sin lo que llamamos el ego (que es ella misma,
en realidad) y el ego no puede existir sin un cuerpo.
Pregunta:
Entonces, cuando dejamos este cuerpo, es decir, cuando el ego lo
deja, ¿(el ego) se aferrará inmediatamente a otro cuerpo?
Bhagavan: Oh, sí, debe hacerlo. No
puede existir sin un cuerpo.
Pregunta: ¿Qué
clase de cuerpo tendrá entonces?
Bhagavan: O un cuerpo físico o un
cuerpo sutil/mental.
Pregunta: A este
cuerpo físico presente, ¿lo llamas cuerpo denso/grosero?
Bhagavan: Solo para distinguirlo, para
referirnos a él en una conversación. En realidad es también un
cuerpo sutil/mental.
Pregunta: ¿Cuál
es la causa de que reencarnemos?
Bhagavan: Los deseos. Tus deseos
incumplidos te hacen volver otra vez. Y en cada caso —en cada
cuerpo— a medida que tus deseos se van cumpliendo, vas creando
otros nuevos. Debes conquistar el deseo para ser absorbida por el Uno
y así poner fin a la reencarnación.
Pregunta: ¿Puede
cambiar el sexo de una reencarnación a otra?
Bhagavan: Oh, por supuesto. Todos hemos
sido de ambos sexos muchas veces.
Pregunta: ¿Es
posible pecar?
Bhagavan: Tener un cuerpo, que crea
ilusión, es el único pecado, y el cuerpo es nuestro único
infierno. Pero es adecuado que sigamos las leyes morales. Comentar
sobre el pecado es un tema demasiado difícil para unas pocas líneas.
Pregunta: Aquel
que se ha vuelto consciente del Ser, ¿pierde el sentido del "yo"?
Bhagavan: Absolutamente.
Pregunta:
Entonces para ti no hay diferencia entre tú y yo, o ese hombre de
allí, mi sirviente, ¿somos todos lo mismo?
Bhagavan: Todos somos lo mismo,
incluidos aquellos monos.
Pregunta: Pero
los monos no son personas. ¿No son ellos diferentes?
Bhagavan: Son exactamente lo mismo que
las personas. Todas las criaturas son lo mismo en la Conciencia
Unificada.
Pregunta:
¿Perdemos nuestra individualidad cuando nos fusionamos con el Ser?
Bhagavan: No hay individualidad en el
Ser. El Ser es Uno, Supremo.
Pregunta:
¿Entonces se pierden la individualidad y la identidad?
Bhagavan: No las retienes en el sueño
profundo, ¿verdad?
Pregunta: Pero
las retenemos de un nacimiento a otro, ¿no es así?
Bhagavan: Oh, sí. El pensamiento "yo"
(el ego) volverá a repetirse, solo que cada vez tú te identificas
con un cuerpo diferente y en un entorno diferente alrededor del
cuerpo. Los efectos de los actos pasados (karma) continuarán
controlando el nuevo cuerpo tal como lo hicieron con el anterior. Es
el karma el que te ha dado este cuerpo en particular y lo ha colocado
en una determinada familia, raza, sexo, entorno, etc.
Bhagavan añadió: “Estas son buenas
preguntas, pero dile a de Acosta (él siempre me llamaba de Acosta)
que no debe volverse demasiado intelectual sobre estas cosas. Es
mejor simplemente meditar y no tener pensamientos. Deja que la mente
descanse tranquilamente en el Ser en la cueva del Corazón
Espiritual. Pronto esto se convertirá en algo natural y entonces no
habrá necesidad de preguntas. No imagines que esto significa estar
inactivo. El silencio es la única actividad real”. Luego Guy
agregó: "Bhagavan dice que te diga que te envía sus
bendiciones".
Este mensaje me consoló mucho.
De regreso a Europa, mi barco se detuvo
en Port Said. Desembarqué allí y atravesé el desierto hasta El
Cairo, donde permanecí tres días y luego tomé el barco nuevamente
cuando atracó en Alejandría.
En El Cairo me alojé en el antiguo y
famoso hotel Shepherd. Pasé un día en el museo viendo la colección
de Tut Ankh Amon (Tutankamón), y el segundo día salí en camello
para ver la Esfinge y la Gran Pirámide. Cuando llegué a la pirámide
era casi el atardecer. No había nadie alrededor excepto mi propio
guía/traductor y uno o dos árabes durmiendo junto a sus camellos
arrodillados. Decidí subir a la cima de la pirámide. Aunque se
elevaba muy por encima de mí, disminuyendo de tamaño a medida que
se elevaba hacia el cielo y se veía terriblemente alta, no me di
cuenta de lo alto que era hasta que comencé a escalarla. Comencé
rápidamente, pero después de cierta distancia me cansé y mi paso
se aflojó. Los escalones de la pirámide son muy estrechos y están
erosionados, pero estaba decidida a llegar a la cima.
Totalmente exhausta, finalmente lo
conseguí. El sol ya se había puesto. Me volví y miré hacia la
empinada e impresionante pendiente de la pirámide. De repente me
invadió el vértigo más espantoso. Mi cabeza daba vueltas y sentí
que iba a caer y zambullirme en la muerte. Me agaché en los
estrechos escalones y me agarré a la cima de la pirámide con tanta
fuerza que mis uñas se rompieron contra la piedra y mis dedos
sangraron. No me atreví a mirar hacia abajo de nuevo. Un miedo
agonizante se apoderó de mí. Sentí un sudor frío cayendo por mi
cara, cuello y espalda. Me puse histérica. ¿Qué podía hacer?
Sabía que si me soltaba me caería, pero también sabía que no
podría aguantar mucho más. Cerré los ojos. Recordé lo que había
dicho el Maharshi: sumergirme profundamente en el Corazón
Espiritual. Hice acopio de todas mis facultades y de todo el poder
que hay dentro de mí y me concentré en el Corazón. De repente lo
vi, como una gran luz en el ojo de mi mente. En el centro vi la cara
del Maharshi sonriéndome. Instantáneamente me sentí calmada.
Me volví y miré hacia abajo. Muy
abajo vi a un hombre saludándome. Solté una mano y la puse sobre mi
cabeza, y luego le devolví el saludo. El hombre empezó a llamar a
otra persona. Otro hombre corrió hacia él. Rápidamente comenzaron
a subir. Subieron de manera experta y rápida, pero a mí me
parecieron horas. Probablemente tardaron unos treinta y cinco minutos
en llegar hasta mí. Uno de ellos tenía una cuerda. La ató
alrededor de mi cintura y acarició suavemente mi rostro. Murmuró
algunas palabras que no pude entender, pero sabía que eran palabras
amables para animarme. Situada entre ellos, cada uno de nosotros
sujetos por la cuerda como si fuéramos alpinistas, comenzamos a
descender. Finalmente llegamos abajo sin problemas. Algún tiempo
después de esto, una persona iluminada me dijo que escalar la Gran
Pirámide se consideraba en el antiguo Egipto una de las “pruebas
de miedo” que los estudiantes tenían que pasar para ser iniciados
en los grandes misterios religiosos. Se requería que los aspirantes
subieran hasta la cima de la pirámide, y si al llegar a la cima
podían sobreponerse al miedo, esta prueba en particular estaba
superada.
Bhagavan Ramana Maharshi murió el 14
de abril de 1950. Había dicho: “¿Decís que me voy? Pero, ¿a
dónde podría ir? Estoy aquí”. Con la palabra "aquí"
él no insinuaba ninguna limitación. Más bien quería decir que el
Ser 'es'. No hay ir, ni venir, ni cambios en aquello que es
inmutable y Universal. Yo no debería haber considerado su muerte
como un golpe. ¿Cómo podría perderlo? ¿Cómo se puede perder a
alguien? ¿Y cómo perder lo Eterno? Es sólo en el primer shock, y
presa de la ilusión de la muerte, que uno se lamenta por la muerte
de la presencia física. Sin embargo millones de personas en la India
lloraron al Maharshi. Un largo artículo sobre su muerte en el New
York Times terminaba con: “Aquí en la India, donde miles de
supuestos hombres santos afirman estar en estrecha sintonía con el
infinito, se dice que la cosa más extraordinaria de Ramana Maharshi
fue que él nunca reclamó poseer ninguna cualidad extraordinaria, y
sin embargo se convirtió en uno de los más amados y respetados de
todos”.
Ramana
Maharshi
☼☼☼
Fuente principal para este artículo:
https://realization.org/p/ramana/mercedes-de-acosta.html
Fuentes complementarias:
(En inglés):
https://www.apasserby.com/2015/11/01/my-meeting-with-ramana-maharshi/
(Wikipedia en español):
https://es.wikipedia.org/wiki/Mercedes_de_Acosta
Principales blogs del traductor de
este artículo:
Sois Dioses, Sois
Inmensos: https://jugandoalegremente.blogspot.com/
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y citas: https://hablemosdeucdm.blogspot.com/
☼☼☼