miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los monos de la jaula (Serie 'Cuentos sobre el miedo')

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CUENTOS SOBRE EL MIEDO

De Emilio

emigalla2000@yahoo.com.ar

http://escritores-canalizadores.blogspot.com

Comentario previo (29 – 09 – 2009):

En esta serie de mis Cuentos Sobre el Miedo, suelo utilizar distintos puntos de vista y hago variaciones para que el miedo se vuelva un poco menos miedo, y para que nos demos cuenta de que el miedo es algo natural, ya voy más adelante en otros cuentos, a definirlo, a analizarlo y a mostrar de donde proviene.

¿Por qué este dedicado análisis intelectual de una emoción tan interna como el miedo? Para compartir con quien está indeciso, ya que para quién haya sentido el impulso interno de su corazón de avanzar a pesar del miedo (porque SABE hacia donde se dirige) no se hace necesario analizarlo intelectualmente; su alma siente que su objetivo está por encima del miedo, y el análisis intelectual es superfluo. Debería serlo.

No está incorrecto sentir miedo, el problema está en dejarse dominar por el miedo. En mi caso (yo, ex – ultra-hiper-miedoso congénito enfermizo, si los hubo en esta tierra desde Lemuria a la fecha) ya lo entendí, y no busco suprimirlo, sino que por el contrario, le doy la bienvenida y lo utilizo.

Hago, como hizo la princesa, con un beso, que el sapo se vuelva príncipe –ella no temió al sapo. Además, si no puedes con él, únete a él...

No lo rechazo, porque me es de mucha utilidad. No lucho contra él, porque lo alimentaría y lo convertiría en terror. No me obsesiono pero no lo ignoro, porque estaría desaprovechando una advertencia sana o tal vez una excelente ventana de oportunidad.

¿Qué hago, entonces? Simplemente le permito ser, pero no me apego a él. No me “engancho”, no me involucro, no le doy energía, no le entrego mi poder.

Como a un perro furioso, lo acepto, lo escucho y cuando se ha calmado, me acerco con amor y serenamente le digo que no me tenga miedo. Que no somos enemigos, que no lo voy a lastimar. Que podemos hacer grandes cosas si trabajamos juntos. Y se lo digo en voz alta, pronunciando las palabras cuidadosa y calmadamente, como en los diálogos de mis cuentos.

Pero otras veces, cuando siento que aparece el miedo, me abandono a que me surja el guerrero y me lleno de entusiasmo porque sé que es el aviso de una nueva aventura en cartelera. Y le doy paso a la curiosidad... depende de lo que me convenga en el momento.

Quien declare que nunca tuvo miedo, o bien está mintiendo, o mejor que ya vaya sacando turno para una urgente terapia psicológica.

Esto tiene también relación con la Ascensión, y con la conducta de los que no se sueltan a Ascender, pero tan sólo porque... tienen miedo a que las cosas cambien. Si pudiéramos transmutar ese miedo, muchos llegarían a la conclusión de que lo más dulce que nos puede pasar... es Ascender. Y que con miedo o sin él, de una forma o de otra, más tarde o más temprano...hacia Allí vamos.

Sin embargo hay quienes no sólo no están predispuestos a Ascender (porque ya se creen ascendidos e iluminados), sino que... tampoco quieren que los demás Ascendamos, porque pretenden nivelar para abajo, y lamentablemente para ellos, ésa es la Vieja Energía, eso ya no es posible si nos ponemos firmes para que no suceda.

Estos personajes también serán honrados, sí, pero ALLÁ, en todo caso cuando llegue su momento; aquí no hay que dejar que nos confundan, porque su intención no es sana.

Me dije un día, ya casi agotado (el miedo desgasta): “Aquí alguien tiene que morir, o al menos, cambiar... o tus miedos, o vos”. Bueno, creo que todavía estoy vivo...

En mi desesperada búsqueda de respuestas ante mis miedos he podido detectar correctamente que mi miedo es parte de mi poder, y que es energía mía (MI miedo, es mío), y por lo tanto me pertenece, y hago que me potencie en lugar de detenerme. Que me advierta, me calme y me serene en lugar de agitarme. Que en todo caso, me detenga para reflexionar en lugar de detenerme para retroceder o movilizarme para agredir.

Pero no sólo nosotros, las personas, tenemos miedo... y para que aquel que está leyendo (y en algunos momentos siente miedo) pueda comenzar el camino de transmutarlo por el primer paso (que es empezar por reírse del miedo), aquí va un cuentito que escribí a orillas del Lago Traful (Argentina), sobre...

LOS MONOS DE LA JAULA

Hoy es domingo, y son las 5 de la mañana. ¿Qué estará haciendo la gente normal, hoy, a esta hora? Durmiendo... naturalmente. ¿Y yo? Tratando de pensar, como buen Virginiano. Yo me consuelo diciéndome que soy un buscador, algún otro dirá que soy un masoquista; tal vez ambos tengamos algo de razón.

Pero resulta que ayer leí un artículo sobre unos yanquis (Ellos, ¡cuando no...!) que hicieron un experimento con monos y eso me dejó pensando...

Pusieron a cinco monos en una jaula; y en el centro, una escalera y arriba de la escalera, una banana. Claro... uno de los monos no tardó en darse cuenta de eso y saltó a subirse a la escalera para hacerse de la banana.

Los otros cuatro, que lo quedaron mirando, recibieron en ese momento unos chorros de agua fría que un experimentador insensible les tiraba, para ver qué hacían los monos. Los cuatro monos restantes, primero se quedaron helados (por supuesto!... ¡el agua estaba muy fría! !), pero luego, cada vez que alguno subía la escalera y los restantes recibían el agua, tomaron una decisión. ¿Qué decidieron?...

Pudieron haber sacado la conclusión de que el que no subía la escalera, recibía el agua. Pero no, al revés; ¡prefirieron entender que recibían el chorro de agua por culpa del que subía la escalera!.

Me dije.... Una conducta casi humana, ¿no? ¡Qué grandes los monos...! Geniales. Así que cada vez que uno de ellos se subía a la escalera, los restantes le daban una paliza terrible. Y así todos los días.

Hasta que un día, cuando ya nadie quería subir por la banana, al experimentador que les tiraba el agua helada, se le ocurrió cambiar un mono y lo reemplazó por otro nuevo, que no conocía la tradición.

Inmediatamente, éste (ignorante de la ética social y las buenas costumbres locales) quiso subir a la escalera a buscar la banana...

Sin demora, y sin necesidad del agua fría, los otros cuatro, le dieron la consabida paliza. Supongo que el mono nuevo se preguntaba porqué le daban con un caño, sin entender bien la cosa, pero al final, aceptando la realidad, el mono nuevo entendió que “así se hacen las cosas acá” (cuestiones del establishment social, ¿vio?).

Y entonces, el experimentador, volvió a cambiar a otro mono viejo por uno nuevo. De vuelta a la escalera y de vuelta a la paliza.

Y de nuevo a entender que al que sube la escalera hay que darle con todo. ¿Por qué? No sé, pero acá es así.

Y así, fue cambiando los monos, y cada mono nuevo, a la escalera y a la soberana paliza, hasta que “entendía”. Claro, al final, cambió todos los monos viejos y los cinco monos nuevos, sin necesidad de echarles agua fría, terminaban dándole como en la guerra al que se acercaba a la escalera.

¿Por qué? Porque en esta jaula es así y punto. Al que sube la escalera hay que darle con lo que haya a mano. (Cualquier semejanza con la realidad humana es sólo coincidencia).

La gente dice en la calle: “¡cuando querés ponerte en marcha, te patean los tobillos...!” ¿Lo escuchaste alguna vez? Y es así, tal cual lo que pasaba con los monos. Y cuando vos preguntás ¿Por qué? Te dicen: “no sé, pero acá es así”. Interesante lo de los monos, ¿no?.

La pregunta del millón ha sido, para la ciencia desde que la ciencia “es ciencia”, ¿De dónde desciende el hombre?. Mirando el Discovery Channel, el Animal Planet, el noticiero de TN, algo de fútbol, la política nacional y mundial... creo que deberían darme el premio Nobel y por supuesto el millón, porque viendo los comportamientos y expresiones de algunos deportistas, amén de lo que observo que hace mucha gente en la calle, estoy cada día más, sospechando... que, como decía Darwin, EL HOMBRE DESCIENDE DEL MONO.

Incluso, mi genialidad va increíblemente aún más allá: ante la lógica pregunta consecuente...

¿Y de dónde desciende el mono? he llegado a la brillante conclusión (no me aplaudan, por favor, soy muy tímido y hacen que me ponga colorado...) de que el mono ¡¡¡DESCIENDE DEL ÁRBOL !!! (o en la jaula, desciende de la escalera!). ¿Qué tal? ¿No es genial...?

Hay quienes dicen que tenemos genes de chimpancé (algunos ejemplares... ¡pareciera que demasiados!) y de extraterrestre (¡también habría quien parece tener demasiados!). Y creo que también estoy yo (¿¡?) que (salvo en lo sexual, por las dudas aclaro) todavía no entiendo bien de qué cuadro soy ni para qué arco pateo.

Conclusión: es cierto que los monos (y también, la gente) aprendieron sin saber bien porqué, que al que intenta subir la escalera, hay que darle con todo. De ello se encargaron innumerables sectas (lo he vivido en carne propia) y sociedades secretas (también lo mismo), y algunas no tan secretas (los vas a encontrar con sólo cruzar al otro lado de la plaza del pueblo, o tal vez ni necesites caminar, te van a tocar timbre para salvarte).

“Porque acá es así, ¿viste?”...

Sin embargo, como siempre atravesado yo, decidí entender otra cosa: que el mono que tiene miedo y no se arriesga a subir a la escalera, nunca va a lograr hacerse de la banana, más allá de saber y aceptar que si lo hace, tendrá que aguantarse la paliza. Muy sencillo...

Es una cuestión de hacerse cargo de los propios miedos o bien, dejar que los propios miedos se hagan cargo de uno.

Eso nos lleva a tener que enfrentar nuestro albedrío: deberemos elegir. ¿A eso vinimos, ¿no?. O bien eliges ser como el mono que va en busca de la banana, o te comportas como los monos que castigan al mono que va en busca de la banana, porque... bueno, acá es así. No hay tercera opción; si no eliges, ya has elegido...

Y luego, por supuesto... hay que hacerse cargo de esa libre elección, pero sin quejarse. Se nos pide asumir Responsabilidad, porque tenemos libre albedrío. Recuerda...

Con los palos por el lomo pero con la banana; o sin los palos... pero sin la banana. Y si nunca eliges pagar el precio por comer una banana, te irás sin saber... qué sabor tiene una banana.

Emilio (enero 2004)

Lago Traful (NQN)

CUMBRE ENTRE LAS NUBES

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CUMBRE ENTRE LAS NUBES

Desde aquí...
te observo tan inalcanzable
que te vuelves como un sueño,
empecinado y distante...
pero a veces sin embargo,
te compruebo tan cercana
cuando busco en mi sentir,
a cada instante,
en los íntimos rincones
que ocultan mis recuerdos...
y en las etéreas
y expectantes
vibraciones de mi alma.

Ha sido...
como un despertar
en ese transitar irrelevante
por las huellas trasnochadas,
por los arroyos sin cauce...
al comprender que el sol
brilla más por la mañana,
cuando tu cima intenta
resurgir de entre las nubes
que te abrigan entre celos
y arrullos por la noche
con sus mantas esponjosas
y deshilachadas.

Creí reconocerte en tu sonrisa
deslumbrante...
y busqué percibirte,
más de cerca y admirarte
en ese tenue halo
que nos hermanaba;
hay algo...
de misterio antiguo entre los dos...
Cumbre entre las nubes...
un día, no más serás lejana,
asomará sin reparos
a la vida tu cima despejada
sin que interfieran esas nubes
de blancura algodonada
ni tormentas confusas,
de lluvias,
ni de nieves ni vientos...
ni temores, ni tiempos...
ni distancias.

Emilio (enero 2007)

• La cumbre entre las nubes pertenece al volcán Copahue, y los versos representan mi homenaje a su majestuosidad.

• Sin embargo también fue escrito en referencia a mi propia necesidad espiritual de elevarme, para confirmarle a mi alma que siento su pulsión y la comparto.

• También fue una forma de honrar a esa ascensión a pie a la cumbre, en soledad, que realicé al mes de levantarme de estar con una pierna paralizada por un accidente que me quebró una vértebra lumbar, cuando no soportaba ya el dolor y quería morir, pero hubo Quien me dijo que debía revivir.

• A su vez, también este poema nació en respetuoso apoyo a alguien que se debatía entre la duda de tomar una difícil decisión en esas encrucijadas de la vida, alguien que me retrotrajo al pasado y sin embargo me transportó a un futuro, aunque nunca fue un presente (y que al final, decidió asumir lo que era más justo para su vida, y responsabilizarse por las consecuencias).

• También está inspirado por amor a la Verdad y por el amor al Amor.

• En esencia, creo que es un escrito que podría adaptarse a todas estas situaciones y sentimientos, de manera “multidimensional”. Gracias por inspirarme, energía del volcán. Gracias... Luz. Gracias.... Amor.

(Emilio)
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martes, 29 de septiembre de 2009

Cuentito sobre los apegos y la esclavitud

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ESCLAVITUD

Este cuento trata sobre los apegos, que representan todo aquello que nos ata a lo que no nos deja avanzar, llámense afectos, costumbres, creencias, miedos, tradiciones, conceptos religiosos, dependencias, inseguridades, necesidad de complacer a los demás, en fin, a las ataduras de todo tipo. Apegos que tenemos que aprender a reconocer en nosotros y a dejar ir, liberándolos porque nos esclavizan y no nos dejan crecer.

Si vamos aún más profundo, los apegos no son sino fantasmas alimentados por nuestra propia energía ya que provienen del miedo, que ya sabemos que es el enemigo del amor, y en estas circunstancias cruciales que vivimos hoy, cualquier apego se vuelve enemigo del “Amor”. Y en consecuencia... enemigo de nuestra propia Vida.

Miedos como... ¿Y qué me pasará si me quedo sin...? ¿Y qué me pasará si dejo de....? ¿Y qué me pasará si tengo que cambiar hacia...?. ¿Y qué me pasará si los demás me ven como...?

Todos apegos, en el fondo, constituidos por las distintas variedades de miedos que terminan inexorablemente en...

ESCLAVITUD

Estaba allí, acurrucado, con su mirada melancólica... fija en la mía... sin moverse, respirando apenas. Lo observé durante un instante y algo sentí como que se movilizaba dentro de mi ser. No sé... ternura, compasión... algo así. Me llegó muy hondo eso que me inspiraba su mirada.

Y no pude contenerme... me acerqué, lentamente, sensibilizado al percibir en sus ojos tristes, cansados, de mirar honesto, franco... una expresión resignada... la que traté de interpretar preguntándome qué estaría pasando por su interior en ese momento.

“¿Qué pasó...? ¿Te dejaron solo, viejo?” dije en voz baja cuando me arrimé a él.

Bajó la mirada humildemente, como si diera una señal de asentimiento.

Entonces acerqué mi mano, tocando suavemente su cabeza mientras le repetía...

“¿Qué pasa, amigo... qué pasa?” le decía mientras acariciaba lentamente su pelo oscuro.

“¿Tenés hambre? ¿Te han dejado solo...?” volví a preguntar sin esperar una respuesta.

“No está solo; está conmigo...” dijo una voz chillona, metálica, muy desagradable.

“¿Con vos...? ¿Y con qué derecho... está obligado a estar con vos?” dije un tanto molesto, levantando un poco el tono.

“No sé con qué derecho, ni me interesa tampoco, sólo sé que así debe ser porque el amo lo dispuso de ese modo” me respondió la voz desagradable.

Siempre he odiado a las cadenas. Me nace desde adentro. Siempre que una cadena se interpuso en mi camino, desató mi rebeldía hacia romperla, hacia quebrarla en mil pedazos...

No soporto la imposición, ni las limitaciones irracionales, ni la ausencia total del sentido común... y menos el mandato de aquel que enarbola su poder indiferente a los derechos del otro, porque simplemente su propia debilidad no asumida, sus miedos, lo impulsan a determinar, a controlar, a esclavizar... para sentirse más fuerte que ese poder angustiante con que lo acosan a sí mismo, muy escondidas, sus propias inseguridades.

“Yo sólo cumplo con mi obligación; si no lo hiciera, él quedaría suelto y el amo se enfurecería contra él porque cuando se libera rompe todo lo que encuentra” siguió excusándose la cadena.

“Digamos que justificas tu existencia porque te consideras a vos misma como un mal necesario...” le respondí ásperamente.

“No soy ni un bien ni un mal; depende de cómo me utilicen... si mal no tengo entendido, lo que sacó a tu camioneta de entre el barro, el viernes pasado, fue una hermana mía, otra cadena...” dijo, respondiéndome la estocada.

Y... sí, tenía razón. Yo no estaba teniendo en cuenta la otra cara de la verdad. Me vino a la memoria la imagen del dios Juno, el que tenía una cara hacia adelante y la otra, hacia atrás. Esa dualidad, que muchas veces no consideramos y que por eso mismo, no nos deja ver en claro que en definitiva, todo es una Unidad.

Y justamente yo, el que no teme pagar precios con tal de romper con las cadenas, aquel día de lluvia cuando nos encajamos con la chata y el camión nos arrastraba fuera del barro, rogaba para que la cadena no se rompiera... ¡A qué cantidad de ambivalencias, incongruencias, contradicciones... nos enfrenta la vida en su transcurso!.

“Bien, sí... de acuerdo. Sos una herramienta que sólo cumple con las intenciones de quien te usa... pero... ¿Qué se siente al someter a otro a la esclavitud?” le pregunté buscando incomodarla.

“Ella no siente nada, simplemente obedece. Además, si aquí hay alguien que está esclavizado, es ella”... creí escucharle decir al cachorro, que hasta ahora había permanecido quieto y silencioso.

“¿Cómo que la esclava es ella?... si te mantiene atado a ese poste, permanentemente!” le pregunté sorprendido.

“No te lo creas, yo soy libre de girar y de saltar, aunque no pueda alejarme del poste. Yo puedo moverme en dos dimensiones, pese a mi restricción” contestó el perro.

“Pero no te deja libertad, sólo te confina a este círculo que has trazado como un surco en la tierra, de tanto dar vueltas y vueltas...” le dije.

“Sí, puede ser que me limite, pero sin embargo, yo tengo dos grados de libertad, y en cambio ella, no tiene absolutamente ninguno. Sólo puede moverse cuando yo me muevo, y sus dos extremos están fijos: uno al poste y el otro, a mí...

Su único movimiento es mera consecuencia de mis movimientos; es más, está obligada a moverse, inclusive, aunque no lo desee. Está encadenada a mí. Ella es esclava de mi antojo” dijo el perro, levantándose del suelo y mirándome a los ojos.

Ciertamente... (más tarde me enteré que lo llamaban Lobo), el cachorro tenía razón. La cadena no tenía ningún grado de libertad en absoluto; dependía enteramente de la voluntad del perro.

“Si ella se suelta del poste, la llevaré conmigo adonde yo vaya. En ese caso, yo estaré libre y ella, esclavizada a mí. Si se suelta de mi collar, yo estaré más libre aún, y ella permanecerá unida al poste... esclavizada también. Ella cree esclavizarme, y además, ni comprende que de los dos, el más esclavo es ella” continuó expresando Lobo.

Quedé en silencio, reflexionando... y me puse a analizar los conceptos tan claramente enunciados por el cachorro...

¿Quién esclavizaba más a quien? No pude evitar trasladar inmediatamente estos parámetros a la vida humana, a mi propia vida, inclusive...

¿Cuántas veces el ser humano esclaviza a los demás, utilizando el poder, la presión, cierta relativamente dudosa autoridad o mucho peor aún... manipulándolo, haciéndolo en nombre del amor?

¿Cuántas veces nos esclavizamos a nosotros mismos, tal como hace la cadena, impidiendo que el otro disfrute enteramente de sus grados de libertad, por temor a que nos abandone?

¿Cuántas veces nos ponemos esa cadena de condescendencia, para complacer a los demás, por miedo de que dejemos de ser algo importante en su vida, de que deje de amarnos (¿amarnos?)...?

¿Cuántas veces hacemos al otro, esclavo de nuestra condescendencia, impidiéndole crecer?

¿Cuántas veces el hombre siente el sabor embriagante de su predominancia al someter a otro semejante, sin comprender que así, él queda todavía más esclavizado porque debe permanecer pendiente de que se no se rompa dicha relación de dependencia, sobre todo ante los cambios inevitables que auspicia el paso del tiempo?.

¿Cuántas veces nos convertimos en nuestra propia cadena al esclavizarnos...

a nuestras pertenencias...

a nuestros miedos...

a nuestras propias creencias...

a nuestro temor a recomenzar...

a esa angustia de no lograr controlar nuestras ansiedades...

a arrastrar la pesada carga de mantener vivos los recuerdos del pasado...

a la incertidumbre de lo que pueda depararnos el mañana...

a nuestras emociones desbordadas...

a nuestros apegos...

a nuestras insatisfacciones...

a la dependencia de nuestros deseos...

a la subordinación autoimpuesta de nuestra culpa...

a nuestra necesidad de que no nos dejen solos...

a nuestro afán de ser reconocidos...?.

¿Somos capaces de amar en libertad o necesitamos retener al otro en una relación dependiente y perniciosa para ambos?.

¿Somos capaces de ser, lo que sea que queramos ser... o somos... lo que los demás esperan de nosotros que seamos?

Creo que Lobo tenía muy en claro el concepto de la diferencia entre la libertad restringida y la esclavitud. Tal vez sería más que conveniente que en muchas ocasiones, cuando se trata de relacionarnos con los sentimientos, con las emociones, con hechos, o con personas, más frecuentemente de lo que nos damos cuenta en ese momento deberíamos plantearnos las preguntas...

¿Estamos viviendo la realidad de la situación, el hoy, o estamos referidos al pasado, esclavizados a nuestros preconceptos, a nuestras cicatrices, a nuestros recuerdos?

¿Estamos en verdad actuando por amor... o en realidad, por egoísmo estamos manipulando al otro?

¿Somos capaces de reconocer nuestros propios grados de libertad?

¿Somos capaces de liberarnos de nuestros miedos, esa cadena que nosotros mismos nos colocamos, que llevamos colgando del cuello y que nos asfixia cuando queremos avanzar?

Y más importante aún...

¿Reconocemos el significado amplio, generoso, lleno de posibilidades infinitas, de la esencia de la palabra “libertad”?

¿O en ocasiones, también, por ignorancia, nos esclavizamos al depender de ella?

¿Y en qué grado de esclavitud nos estamos instalando a nosotros mismos?

¿Y hasta adonde estaremos dispuestos a llegar cediendo nuestro poder, para luego reclamar con reproches y lamentos, que estamos sometidos siendo que no sabemos vivir en libertad, en autodeterminación, en discernimiento?

¿Hasta qué grado hemos de temer que nuestra capacidad de amar se encienda fulgurante dejando para mañana que nos envuelva en una espiral enceguecedora con todos y con el Todo al que pertenecemos?

¿Y hasta cuando intentaremos seguir evadiendo esa noble asignación moral denominada Responsabilidad?

Por otro lado, haciendo analogía a una rama de la matemática llamada Lógica... ¿Existe realmente la relación Master/Slave (amo/esclavo)? ¿O el principio de la realimentación entre ambos elementos la convierte necesariamente en una relación bidireccional de SOLO y MUTUA esclavitud?

Para finalizar, mi nuevo amigo Lobo y su cadena chillona me llevaron a reflexionar...

¿No existirá alguna otra manera de tratarnos entre nosotros los humanos, e inclusive a nosotros mismos individualmente, dejando de lado los apegos, las creencias, los miedos, las culpas, los prejuicios, las discriminaciones... que no sea el sólo ubicarnos en la posición del perro, o mucho peor aún, en la inerte situación de la cadena que lo esclaviza...?.

Humildemente honrando a todos aquellos que muestran estar realmente dispuestos a llegar a Ser Luz.

Emilio

(29 – 09 – 2009)


http://escritores-canalizadores.blogspot.com/2009/09/esclavitud.html
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Cuento: 'El viaje'

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El siguiente cuento me ha llegado por mail. Gracias, Alexiis, por compartirlo con todos. Aquí va:

CUENTO - EL VIAJE

Se dirigían unos camelleros a la ciudad de Damasco. Transportaban sedas, especias, óleos, vino y trigo.

Durante el viaje temían ser asaltados por bandidos, por lo cual habían establecido turnos de vigilancia nocturna.

Al tercer día de camino invitaron a unirse a la caravana a varios camelleros más, que aunque su destino no era Damasco, al menos se protegerían mutuamente durante unos cuantos días.

Al cabo de una semana divisaron un oasis y pensaron que era un buen lugar para acampar un par de días, puesto que lo que transportaban no era perecedero.

Llegaron al oasis y después de saciar la sed pudieron descansar y hablar.

- Yo - dijo uno -, soy mahometano porque el profeta me hizo conocer la palabra de Ala, y sólo pienso en alcanzar el paraíso prometido.

- Yo - dijo otro -, soy judío de religión y desciendo de la estirpe de Josué.

- Yo - dijo otro - soy cristiano, porque mis padres me enseñaron que Jesús era el hijo de Dios y que sus palabras y su evangelio nos llevarían a la derecha del padre.

Así hablaron todos, menos uno, que solo oía y callaba.

De pronto, uno le preguntó:

- ¿Y tú, de qué religión eres?

- De ninguna - respondió -, mis creencias ser refieren a mí mismo y a lo que yo sea capaz de hacer por mí y por los demás.

En ese momento los demás empezaron a tratar de convencerle de que la religión de cada uno era la mejor y que debía profesarla. Así se entabló una violenta discusión acerca de lo buenas que eran unas religiones y lo malas que eran las otras. Cada uno defendía la suya y atacaba a las demás.

El que no tenía religión se levantó en un momento dado y alzando la voz dijo:

- ¡Ay de aquél que solo ve en mí un motivo de discordia porque Yo Soy la Unidad, dice el Señor, vuestro Dios!

Todos callaron y se volvieron a mirarle, entonces le preguntaron:

- ¿Quieres profesar una de nuestras religiones para que acabe la discusión?

Él les dijo:

- Elegiré aquella cuyo Dios sea el más poderoso. Para ello, cada uno caminará sólo, alejado de los demás varios kilómetros, y de aquél que llegue sano y salvo será la religión que adoptaré.

Se miraron unos a otros y agacharon la cabeza avergonzados porque habían descubierto que sólo lo que fueran capaces de hacer por sí mismos y por los demás sería su mayor fortaleza.

Cuando llegaron a destino, todos se hicieron de la religión única, llamada así porque su objetivo es la unidad.

Relatos y Reflexiones

Desde las Estrellas

Grupo Aztlan
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Ha desencarnado el amable sabio Ramesh Balsekar

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Me acabo de enterar de que el pasado domingo, 27 de septiembre de 2009, desencarnó el amable sabio Ramesh Balsekar, en su casa de Bombay a los 92 años de edad cronológica. Le conocí sobre todo gracias a la lectura de sus libros, en especial aquel titulado "Habla la Consciencia", un libro maravillosamente sabio e inspirador en cuanto a captar algunos detalles de la Unidad y del fluir sin obsesionarse por la mente analítica. Este libro, que leí en 2005 y cuya portada es la imagen de este post, fue una inspiración para mí y una Fuente de Claridad.

Un saludo, querido Ramesh. Seguimos en unión colaboradora, pues todos los seres somos un magnífico Equipo Divino. ¡Que disfrutes fluyendo en tu nueva situación, tan libremente y amable como siempre!

¡Siempre Juntos!

Actualización: Tres libros de Ramesh Balsekar para descargar gratuitamente:

No importa: http://despertardivino.cl/up/index.php?act=view&id=300

El Buscador es lo Buscado: http://despertardivino.cl/up/index.php?act=view&id=301

De la Conciencia a la Conciencia: http://despertardivino.cl/up/index.php?act=view&id=302

Otro link donde salen estos 3 libros: http://www.quedelibros.com/autor/101/Balsekar-Ramesh.html

¡Saludos!
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Interesante conversación entre David Wilcock y Proyecto Camelot

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Copio de la introducción en youtube:

Interesante y amena conversación entre David Wilcock, Bill Ryan y Kerry Cassidy en una reunión informal con motivos del cumpleaños de Wilcock, efectuada en Los Ángeles, California, EE.UU. En marzo del 2008.

Hablaron sobre temas concernientes a la situación planetaria actual y las posibilidades futuras de la humanidad.

Hay miedo y confusión entre los integrantes de la élite, la sensación de desmoronamiento es clara y tratan de infundirnos a nosotros sus propios miedos intentando confundirnos con información falsa que circula a raudales por internet.

Enfatizaron sobre nuestra capacidad creadora de la realidad, y cómo a través profundizar el trabajo en nosotros mismos y el trabajo conciente planetario, el que esté a nuestro alcance, (especialmente de difusión) para no caer en las redes del engaño, podemos crear un mundo de Paz y Amor para la humanidad desbaratando la agenda Illuminati, que irá desmoronándose a medida que más personas se sumen a esta tarea.

Son 11 vídeos subtitulados en español (de unos 10 minutos de duración cada uno), muy amenos; la lista con los 11 vídeos está aquí: http://www.youtube.com/view_play_list?p=7B2192DAAAD0E08A

Me gusta especialmente que conversan con mucho Amor, hablan con Sabiduría, por ejemplo mencionando a los 'iluminati' sin odio sino en el conocimiento de que son un reflejo de nuestro propio interior, de nuestras propias actitudes.

¡Saludos!
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domingo, 27 de septiembre de 2009

Boriska, el niño extraterrestre

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Actualización: mejor aún la entrevista en 5 vídeos que le hicieron en 2007, subtitulada en español y con imágenes en vivo del 'niño marciano', nacido en 11 de enero de 1996. Pongo un vídeo ya como ejemplo y los 5 completos están aquí: http://www.youtube.com/view_play_list?p=B693F043896D5B5C

Reseña en youtube:

Entrevista del Proyecto Camelot a Boris Kipriyanovich, en Moscú, Rusia. Octubre del 2007.

Simplemente más conocido como "Boriska"; el niño índigo que afirmó desde muy temprana edad, haber vivido en Marte en una anterior vida.

Es uno de los casos más asombrosos, no sólo por el nivel de información que el niño ha dado y que concuerda con mucha de la entregada por militares retirados, ex agentes, contactados, insiders, investigadores, canalizadores, etc; sino que también por su maravillosa comprensión sobre la vida, a tan corta edad.

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Recomendamos, para complementar información...

Artículos realizados sobre Boriska por el periódico ruso Pravda, en español:

http://multiversoascendente.blogspot.com/search/label/Boriska

Project Camelot:

http://projectcamelot.org/boriska.html


Primer vídeo de los 5:



(Fin de la actualización)

Pongo los dos youtube en español sobre este niño 'índigo'. Aparte de los vídeos, se puede leer el reportaje sobre Boriska aquí: http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia/ciencia_indigo21.htm (es el mismo texto que se lee en los vídeos, de hecho la única ventaja de los vídeos es disponer como complemento de algunas fotos del protagonista de esta historia).

Primer vídeo (duración: 10 minutos y 30 segundos):



Segundo vídeo (duración: 10 minutos y 58 segundos):



¡Saludos!
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Dejar Ir El Miedo (por Neale Donald Walsch)

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Dejar Ir el Miedo
por Neale Donald Walsch

Traducción: Margarita López
Edición: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm

Cuando yo vivía como una Persona de la Calle, bajo el cielo abierto y a la intemperie, llegué a entender profundamente, por mi propia experiencia, la naturaleza del miedo. También aprendí cómo superarlo. Y hoy le temo a muy poco. Esto conduce a una pregunta interesante: ¿Qué fue primero, mi pérdida del miedo o la Buena Vida que estoy disfrutando? ¿La Buena Vida produjo mi pérdida de miedo, o fue mi pérdida de miedo la que produjo la Buena Vida?

Estoy claro ahora que miro hacia atrás, que fue lo último y no lo primero. Fue mi pérdida del miedo lo que produjo la Buena Vida. Desafortunadamente, hice todo lo posible en mi propia vida para deshacerme de mi miedo. En mi caso, ¡literalmente tuve que perderlo todo antes de poder llegar a un lugar donde ya no tenía miedo de lo que podría perder! Me llevé a mí mismo hasta el fondo, renuncié a todo lo que era querido para mí, dejé ir todas mis posesiones físicas, vi evaporarse mis sueños y metas para mi vida, parado ahí como un observador sorprendido presenciando cómo mi cuerpo se encontraba sin un hogar.

Sólo cuando llegué al lugar donde no tenía “nada que perder” fue que perdí la única cosa que estaba tratando de perder: mi miedo. Por ahí en la calle, mis pensamientos se volvieron a todo lo que tenía por ganar – y así, muy naturalmente, lo gané todo. Donde están tus pensamientos, allí estará también tu futuro.

Yo no recomiendo este proceso a otras personas. Estoy seguro de que hay una forma más fácil de entender que, como dijo Franklin D. Roosevelt “no tenemos nada que temer más que al miedo mismo”. Muchas veces antes en mi vida he tratado de enseñarme a mí mismo esta lección, llevarme a mí mismo a la remembranza de esta verdad. Muchas veces antes en mi vida había sufrido pérdidas que estaba convencido me dejarían infeliz para siempre, sólo para descubrir que la alegría y la felicidad no eran tan esquivas como me había imaginado que serían, y que yo podía, de hecho, ser feliz sin aquello que pensaba que nunca podía perder.

Lo que estoy tratando de decir aquí es que mi vida me ha demostrado una y otra vez que puedo sufrir una pérdida enorme y seguir manteniendo mi paz interior y felicidad. Y ahora, después de la experiencia de Conversaciones con Dios, tengo esto realmente muy claro, porque he llegado a comprender que la paz y la alegría y la felicidad que busco no vienen y no pueden venir a mí desde fuera de mí mismo.

Me suena tan trillado cuando digo algo así. Todo el mundo dice “la alegría debe venir del interior.” Pero es verdad. Cada vez que he colocado la fuente de mi felicidad fuera de mí, me ha decepcionado. Cada vez que coloco la fuente de mi felicidad dentro de mí, soy colmado. Permítanme compartir con ustedes una técnica que he utilizado con maravillosa eficacia en mi propia vida para darme cuenta de que la verdadera felicidad y la alegría más grande están dentro de mí. Yo experimento esto el momento en que llevo felicidad a los demás.

Lo único que tengo que hacer para experimentar toda la paz, toda la serenidad, toda la sabiduría, toda la comprensión, toda la alegría y toda la felicidad que se encuentra dentro de mí (y que es parte inherente de mi naturaleza) es decidir dar estas cosas – ser la fuente de estas cosas para los demás. Porque el momento en que yo doy estas cosas, experimento que las tengo.

La manera más rápida de experimentar que tienes algo – la manera más rápida de experimentar que ERES algo – es dar lo que tienes y lo que eres en plena medida a los demás. Es por eso que casi todo maestro espiritual que ha caminado por este planeta ha dicho: “Más bienaventurado es dar que recibir”.

No es porque “dar” sea “algo bueno”, sino porque “dar” es el camino más rápido hacia el cofre del tesoro que yace dentro de cada uno de nosotros. Es la combinación que abre la caja fuerte. Es la llave que hace girar la cerradura. Es como llegamos al espacio donde reside nuestro Verdadero Yo.

Una vez que estamos en ese espacio, provenimos de ese espacio. Y ése es un gran secreto.

Cuando yo era joven, una frase popular que usaba todo el mundo era, “¿De dónde vienes?” Todo el mundo le preguntaba a todos los demás “¿De dónde vienes con eso?” Cuando tú vienes desde el lugar donde reside el Verdadero Yo, naturalmente envías hacia afuera – literalmente emites de ti mismo – la Energía Esencial que se encuentra en el núcleo de tu ser.

Esta energía es llamada, por algunos, Amor. Eso es lo que Realmente Eres. Y no hay manera más rápida ni más profunda de experimentar esto, que permitir que esta energía fluya a través de ti hacia los demás.

Lo interesante de esto es que en esta elección no sólo te encuentras a ti mismo, sino que le devuelves los demás a sí mismos. Porque lo que otros ven en ti empiezan a ver en sí mismos. Tú te yergues como el gran ejemplo y la gran posibilidad para los demás.

Y, por supuesto, a medida que tú llevas felicidad y alegría y paz a los demás, ellos se experimentan a sí mismos como más de Quienes Realmente Son. Ellos recuperan el contacto consigo mismos. Así pues, dos cosas ocurren al mismo tiempo: Ellos se ven a sí mismos en ti, y ellos experimentan su Verdadero Yo dentro de sí mismos.

Cuando llevas felicidad a alguien, ellos se vuelven felices. Cuando llevas alegría a alguien, ellos se vuelven alegres. Cuando llevas sabiduría a alguien, ellos se vuelven sabios. Lo único que estás haciendo es ponerlos en contacto con lo que ya existe dentro de ellos. Ésta es la visión de todo gran maestro. Ésta es la comprensión de todo gran instructor. Éste es el “¡ajá!” al que llega todo estudiante. No estamos haciendo nada aquí con nuestro trabajo espiritual, sino dando a la gente de regreso a sí mismos.

Primero empezamos con nosotros mismos. Luego pasamos a los demás. Finalmente, toda la humanidad es devuelta a Sí Misma.

¿Puede suceder esto? ¿Realmente puede ocurrir? ¿Es posible la transformación de toda una especie? Por supuesto que lo es. Esto se llama crecimiento. Es el medio por el cual una especie evoluciona.

Estamos entrando ahora en una fase rápida de este proceso. El proceso en sí se está acelerando, de forma exponencial. La pregunta no es si esto está sucediendo, la pregunta es, ¿qué parte vas a jugar en este suceso? ¿Va a ser algo que te suceda A ti, o algo que suceda A TRAVÉS DE ti? Ésa es la única pregunta.

Para que pueda suceder a través de nosotros, debemos liberarnos de nuestros miedos.

Uno de los mayores miedos en la vida, como he observado, es el miedo de ser rechazado. Ciertamente, yo he experimentado este miedo en mi vida. Y tendría que creer que la mayoría de nosotros lo hemos hecho. He encontrado un poderoso antídoto contra ese miedo. Simplemente no rechazo a nadie por ningún motivo en absoluto.

Cuando doy a los demás mi total aceptación, sucede algo extraordinario. Dos cosas, realmente. Primero, cuando doy mi aceptación total a los demás, me doy total aceptación a mí mismo. Segundo, cuando doy mi aceptación total a los demás, ellos me dan su total aceptación. Todo lo que va, vuelve. La vida nos envía lo que nosotros le enviamos. Todo es tan simple como eso, y sé que aquí estoy predicando a los conversos, así que por favor, no sientan que estoy siendo condescendiente. La verdad es que estoy hablando conmigo mismo. Me estoy recordando a mí mismo lo que ya sé.

Todas las cosas que temo, amplifico. Todas las cosas que amo, amplifico también. Conversaciones con Dios nos dice que sólo hay dos lugares de donde proceder a medida que avanzamos en nuestras vidas. Procedemos desde el amor o procedemos desde el miedo en todo lo que pensamos y decimos y hacemos.

He aprendido a consultar mi sentido interno en cuanto a de dónde procedo con todos mis pensamientos, palabras y acciones importantes. Y cuando siento que procedo desde el Miedo, intento acercarme a la esencia de mi ser, a la Energía Esencial, al Verdadero Yo.

A veces me parece peligroso hacer esto. A veces se siente como si estuviera arriesgándolo todo. Sólo cuando paso a entender que no tengo nada que perder, me resulta fácil afirmarme en mi verdad, decir lo que es para mí, expresarme con autenticidad en todo momento, y quitar el escudo que he estado sosteniendo delante de mí en mi ilusión de que tengo que protegerme de ti.

Estos días tengo claro que tú no eres de quien tengo que protegerme. Tú eres de quien no quiero volver a separarme nunca más. Es en la realidad de nuestra Unicidad que voy a encontrar mi verdadera libertad del miedo.

Les deseo lo mejor en este día. Les deseo buena suerte en su viaje. Les deseo paz y alegría y amor y felicidad en su sendero. Les prometo proporcionarles compañía en el camino cuando pueda y como pueda. Elijo nunca volver a sentirme separado de la vida, en cualquiera de sus formas manifiestas. Soy libre. Libre del miedo al fin. En la Unicidad, soy libre.

© 2009 Fundación ReCreation - http://www.cwg.org

sábado, 26 de septiembre de 2009

Jessica Mystic: "Mi mensaje para la Humanidad"

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Es una charla en 4 vídeos de Youtube de una chica llamada Jessica. Su mensaje me parece muy oportuno y lleno de Sabiduría, así que voy a postear estos 4 vídeos aquí (cada uno dura 10 minutos):

Primer vídeo:



Segundo vídeo:



Tercer vídeo:



Cuarto vídeo:



¡Saludos!
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viernes, 25 de septiembre de 2009

¡Despierta! ¡La Felicidad Eres Tú!

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El siguiente texto, perteneciente a un libro de Anthony de Mello, lo he recibido por mail y lo copio para que lo lea quien le guste:

¡DESPIERTA!

¡LA FELICIDAD ERES TÚ!

Despertarse es la espiritualidad, porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad y descubrir qué lazos nos impiden la libertad. Esto es la iluminación. Es como la salida del Sol sobre la noche, de la luz sobre la oscuridad. Es la alegría que se descubre a sí misma, desnuda de toda forma. Esto es la iluminación. El místico es el hombre iluminado, el que todo lo ve con claridad, porque está despierto.


No quiero que os creáis lo que os digo porque yo lo digo, sino que cuestionéis cada palabra y analicéis su significado y lo que os dice en vuestra vida personal; pero con sinceridad, sin autoengañaros por comodidad o por miedos.


Lo importante es el Evangelio, no la persona que lo predica ni sus formas. No la interpretación que se le ha dado siempre o la que le da éste o aquél, por muy canonizado que esté. Eres tú el que tiene que interpretar el mensaje personal que encierra para ti, en el ahora. No te importe lo que la religión o la sociedad prediquen.


La sociedad sólo canoniza a los que se conforman con ella. En el tiempo de Jesús y ahora. A Jesús no pudieron canonizarlo y por ello lo asesinaron. ¿Quiénes creéis que lo mataron? ¿Los malos? No. A Jesús lo asesinaron los buenos de turno, los más respetados y creídos en aquella sociedad. A Jesús lo mataron los escribas, los fariseos y sacerdotes; y si no andas con cuidado, asesinarás a Jesús mientras vives dormido.

Despertarse es la espiritualidad, porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad y la libertad.

Estás dormido

¿Y cómo sabré si estoy dormido? Jesús os lo dice en el Evangelio: “¿Por qué decís Señor, Señor, si no hacéis lo que os digo?” Si no hacemos lo que Dios quiere y nos dedicamos a fabricarnos un Dios “tapa agujeros”, es que estamos dormidos. Lo que importa es responder a Dios con el corazón. No importa ser ateo, musulmán o católico; lo importante es la circuncisión y el bautismo del corazón. El estar despierto es cambiar tu corazón de piedra por uno que no se cierre a la verdad.


Si estás doliéndote de tu pasado, es que estás dormido. Lo importante es levantarse para no volver a caer. La solución está en tu capacidad de comprensión y de ver otra cosa que lo que te permites ver. Ver lo que hay detrás de las cosas. Cuando se te abran los ojos, verás cómo todo cambia, que el pasado está muerto y el que se duerme en el pasado está muerto, porque sólo el presente es vivo si tú estás despierto en él.


Metanoia quiere decir despertarse y no perderse la vida. Es vivenciar el pre­sente. Para saber esto hay un criterio: ¿Tú sufres? Es que estás dormido. Es igual que sepas muchas cosas y te de­diques a salvar a las personas. "El cie­go que guía a otro ciego" quiere decir que los dos están dormidos. Si sufres es que estás dormido. Me dirás que el dolor existe. Sí, es verdad que el dolor existe, pero no el sufrimiento. El sufri­miento no es real, sino una obra de tu mente. Si sufres es que estás dormido porque, en sí, el sufrimiento no existe, es un producto de tu sueño; y si estás dormido, verás a un Jesús dormido, que tú te has imaginado, que nada tiene que ver con el Jesús real, y eso puede ser muy peligroso.

Calderón dice: "Todo es según el co­lor del cristal con que se mira." Si es­tás dormido no serás capaz de ver más que cosas dormidas, y no te darás cuen­ta hasta que despiertes. Pasará la vida por ti sin que tú la vivas.


Si tienes problemas es que estás dor­mido. La vida no es problemática. Es el yo (la mente humana) el que crea los problemas. A ver si eres capaz de com­prender que el sufrimiento no está en la realidad, sino en ti. Por eso, en todas las religiones, se ha predicado que hay que morir al yo para volver a nacer. Éste es el verdadero bautismo que hace surgir al hombre nuevo. La realidad no hace problemas, los problemas nacen de la mente cuando estás dormido. Tú pones los problemas.


Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, no como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación.

Despierta

¿Se puede decir que en estos últi­mos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni preocupaciones? ¿No te has sentido así? Pues estás dormido. ¿Qué ocu­rre cuando estás despierto? No cambia nada, todo ocurre igual, pero tú eres el que ha cambiado para entrar en la realidad. Entonces lo ves todo claro.

Le preguntaron a un maestro orien­tal sus discípulos: "¿Qué te ha pro­porcionado la iluminación?" Y con­testó: "Primero tenía depresión y aho­ra sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión."


Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es desper­tar a la luz. El dolor existe, y el sufri­miento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es te­ner el cuerpo aquí y la mente en el pasa­do o en el futuro.


Lo insoportable es querer distorsio­nar la realidad, que es inamovible. Eso sí que es insoportable. Es una lucha in­útil como es inútil su resultado: el su­frimiento. No se puede luchar por lo que no existe.


No hay que buscar la felicidad en donde no está, ni tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estaremos creando un sufrimiento que sólo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, la congoja, el mie­do, la inseguridad... Nada de esto exis­te sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.

Importa la vida

El ir contra la realidad, haciendo problemas de las cosas, es creer que tú importas, y lo cierto es que tú, como personaje individual, no importas nada. Ni tú, ni tus decisiones ni acciones im­portan en el desarrollo de la vida; es la vida la que importa y ella sigue su cur­so. Sólo cuando comprendes esto y te acoplas a la unidad, tu vida cobra sen­tido. Y esto queda muy claro en el Evangelio. ¿Importaron todas las trans­gresiones y desobediencias para la his­toria de la salvación? ¿Importa si yo asesino a un hombre? ¿Importó el que asesinaran a Jesucristo? Los que lo ase­sinaron creían estar haciendo un acto bueno, de justicia, y lo hicieron después de mucho discernimiento.


Jesús era portador de la luz y por ello predicaba las cosas más raras y contra­rias al judaísmo, a sus creencias e in­terpretaciones religiosas: hablaba con las mujeres, comía con los ladrones y prostitutas. Pero, además, interpretaba la Ley en profundidad, saltándose las reglas y sus formas. Los sabios y los poderosos tenían que eliminarlo. ¿Po­día ser de otra manera? Era necesario que muriera así, asesinado y no enfer­mo de vejez.


Cuentan que un rey godo se emocio­nó al oír el relato de Jesús y dijo: "¡De estar yo allí, no lo hubieran matado!"


¿Lo creemos así, como ese rey godo? Dormimos.


La muerte de Jesús descubre la rea­lidad en una sociedad que está dormi­da y, por ello, su muerte es la luz. Es el grito para que despertemos.

No te ates

¿Qué hace falta para despertarse? No hace falta esfuerzo ni juventud ni dis­currir mucho. Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capa­cidad de movernos fuera de los esque­mas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.


El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa... y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por una idea. El profeta no se deja lle­var por ninguna ideología, y por ello es tan mal recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo camino.


La Buena Nueva fue rechazada por­que no querían la liberación personal, sino un caudillo que los guiase. Tememos el riesgo de volar por noso­tros mismos. Tenemos miedo a la li­bertad, a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos ata­mos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos queja­mos de no ser libres. ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres cons­ciente de tus cadenas?


Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justifi­cación es el amor. ¿Qué amor? La rea­lidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros es­posos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.

Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.

No confundas los sueños

Vosotros estáis dormidos porque, si no, ya no necesitarías venir a este cur­so. Si ya lo vierais todo con ojos nue­vos, ya no necesitaríais venir a desper­taros. Pero, si sois capaces de recono­ceros dormidos, ser conscientes de que no estáis despiertos, ya es un paso. Pues lo peor y más peligroso del que duer­me es creer que está despierto y con­fundir sus sueños con la realidad. Lo primero que necesitáis para despertar, es saber que estáis durmiendo y estáis soñando.


La religión es una cosa buena en sí, pero en manos de gente dormida pue­de hacer mucho daño. Y lo podemos ver muy claramente por la historia de una religión que, en el nombre de Dios, cometió tantas barbaridades creyendo que hacía el bien. Si no sabes emplear la religión en esencia, en libertad, sin fanatismos ni ideologías de un color u otro, puedes hacer mucho daño y, de hecho, se sigue haciendo.


Para despertar hay que estar dispues­to a escucharlo todo, más allá de los cartelitos de buenos y malos, con receptividad, que no quiere decir credu­lidad. Hay que cuestionarlo todo, aten­tos a descubrir las verdades que puede haber, separándolas de las que no lo son. Si nos identificamos con las teo­rías sin cuestionarlas con la razón -y sobre todo con la vida- y nos las tra­gamos almacenándolas en la mente, es que seguimos dormidos. No has sabi­do asimilar esas verdades para hacer tus propios criterios. Hay que ver las ver­dades, analizarlas y ponerlas a prueba, una vez cuestionadas.


"Haced lo que os digo", dice Jesús. Pero no podremos hacerlo si antes no nos transformamos en el hombre nue­vo, despierto, libre, que ya puede amar.

"Aunque diera todo a los pobres, y mi cuerpo a las llamas -dice Pablo­, ¿de qué me serviría si no amo?" Este modo de ver de Pablo se consigue vi­viendo, y este modo de ser nace de es­tar despierto, disponible y sin engaños.


Cuando la relación entre amigos no funciona lo bien que tú quisieras, pue­des aliviarla. Puedes pararte y comen­zar una tregua, pero si no has puesto al aire las premisas que están debajo, el problema sigue en pie, y seguirá gene­rando sentimientos negativos.

¡Qué lío!

Mi vida es un lío. ¿Soy capaz de re­conocerlo? Necesito tener receptividad. ¿Estoy dispuesto a reconocer que el su­frimiento y la congoja los fabrico yo mismo? Si eres capaz de darte cuenta, es que comienzas a despertarte.


Ordinariamente, buscamos alivio y no curación. Cuando sufres, ¿estás dis­puesto a separarte de ese sufrimiento lo necesario para analizarlo y descubrir el origen que está detrás? Es preferible dejar que sufras un poco más, hasta que te hartes y estés dispuesto a ver. O des­piertas tú, o la vida te despertará.


Las componendas y alivios son manejos comerciales del buen comportamiento que te ha metido en la mente tu sentido de buena educación. Si los miras, bien despierto, descubri­rás que no son más que utilización, co­mercio de toma y daca y chantaje, más hipocresía. Cuando ves esto, ¿quieres quitarte el cáncer, o tomar un analgésico para no sufrir? Cuando la gente se harta de sufrir es un buen momento para despertar.


Buda dice: "El mundo está lleno de dolor, que genera sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres arrancarte esa clase de dolor, tendrás que arrancarte el deseo."


¿El deseo es cosa buena? Es una cuestión de lenguaje, pues la palabra "deseo", en español, abarca deseos buenos, que son estímulos de acción, y deseos estériles, que a nada condu­cen. A estos deseos, para entendernos, vamos a llamarlos apegos.


La base del sufrimiento es el ape­go, el deseo. En cuanto deseas una cosa compulsivamente y pones todas tus ansias de felicidad en ella, te ex­pones a la desilusión de no conseguir­la. De no haber deseado tanto que tu amigo te acoja, te contemple y te ten­ga en cuenta; de no desearlo tanto, no te importaría su indiferencia ni su re­chazo. Donde no hay deseo-apego, no hay miedo, porque el miedo es la cara opuesta del deseo, insepa­rable de él.


Sin esta clase de deseos, nadie te puede intimidar, ni nadie te puede con­trolar o robar, porque, si no tienes deseos, no tienes miedo a que te quiten nada.

No hay pareja ni amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre. Sólo es eterno lo que se basa en un amor libre. Los deseos te hacen siempre vulnerables.

El amor no duerme

Donde hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo.

Si amas de verdad a tu amigo, tendrías que poder decirle sinceramente: "Así, sin los cristales de los deseos, te veo como eres, y no como yo desearía que fue­ses, y así te quiero ya, sin miedo a que te escapes, a que me faltes, a que no me quieras." Porque en realidad, ¿qué deseas? ¿Amar a esa persona tal cual es, o a una imagen que no existe? En cuanto puedas desprenderte de esos deseos-apegos, podrás amar; a lo otro no se lo debe llamar amor, pues es todo lo contrario de lo que el amor significa.


El enamorarse tampoco es amor, sino desear para ti una imagen que te imaginas de una persona. Todo es un sueño, porque esa persona no existe. Por eso, en cuanto conoces la reali­dad de esa persona, como no coincide con lo que tú te imaginabas, te des­enamoras. La esencia de todo enamo­ramiento son los deseos. Deseos que generan celos y sufrimiento porque, al no estar asentados en la realidad, viven en la inseguridad, en la descon­fianza, en el miedo a que todos los sueños se acaben, se vengan abajo.


El enamoramiento proporciona cier­ta emoción y exaltación que gusta a las personas con una inseguridad afectiva y que alimentan una sociedad y una cultura que hacen de ello un comercio. Cuando estás enamorado no te atreves a decir toda la verdad por miedo a que el otro se desilusione porque, en el fon­do, sabes que el enamoramiento sólo se alimenta de ilusiones e imágenes idealizadas.


El enamoramiento supone una ma­nipulación de la verdad y de la otra per­sona para que sienta y desee lo mismo que tú y así poder poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle. El ena­moramiento no es más que una enfer­medad y una droga del que, por su in­seguridad, no está capacitado para amar libre y gozosamente.


La gente insegura no desea la felicidad de verdad; porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la dro­ga de los deseos. Con los deseos vie­nen el miedo, la ansiedad, las tensio­nes y..., por descontado, la desilusión y el sufrimiento continuos. Vas de la exaltación al desespero.


¿Cuánto dura el placer de creer que has conseguido lo que deseabas? El primer sorbo de placer es un encan­to, pero va prendido irremediable­mente al miedo a perderlo, y cuando se apoderan de ti las dudas, llega la tristeza. La misma alegría y exalta­ción de cuando llega el amigo, es pro­porcional al miedo y al dolor de cuan­do se marcha... o cuando lo esperas y no viene... ¿Vale la pena? Donde hay miedo no hay amor, y podéis es­tar bien seguros de ello.


Cuando despertamos de nuestro sue­ño y vemos la realidad tal cual es, nues­tra inseguridad termina y desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia. Entonces puedo decirle al otro: "Como no tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte." Y esta forma de amar es un gozo sin límites.


¿Qué haces cuando escuchas una sinfonía? Escuchas cada nota, te delei­tas en ella y la dejas pasar, sin buscar la permanencia de ninguna de ellas, pues en su discurrir está la armonía, siempre renovada y siempre fresca. Pues, en el amor, es igual. En cuanto te agarras a la permanencia destruyes toda la belleza del amor. No hay pare­ja ni amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre. El apego mu­tuo, el control, las promesas y el deseo, te conducen inexorablemente a los con­flictos y al sufrimiento y, de ahí, a cor­to o largo plazo, a la ruptura. Porque los lazos que se basan en los deseos son muy frágiles. Sólo es eterno lo que se basa en un amor libre. Los deseos te hacen siempre vulnerable.

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Hay dos tipos de deseos o de de­pendencias: el deseo de cuyo cumpli­miento depende mi felicidad y el deseo de cuyo cumplimiento no depen­de mi felicidad.


El primero es una esclavitud, una cárcel, pues hago depender de su cumplimiento, o no, mi felicidad o mi sufrimiento. El segundo deja abierta otra alternativa: si se cumple me ale­gro y, si no, busco otras compensaciones. Este deseo te deja más o me­nos satisfecho, pero no te lo juegas todo a una carta.


Pero existe una tercera opción, hay otra manera de vivir los deseos: como estímulos para la sorpresa, como un juego en el que lo que más importa no es ganar o perder, sino jugar.


Hay un proverbio oriental que dice: "Cuando el arquero dispara gratuita­mente, tiene con él toda su habilidad." Cuando dispara esperando ganar una hebilla de bronce, ya está algo nervio­so.


Cuando dispara para ganar una me­dalla de oro, se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su habilidad, pues ya no ve un blanco, sino dos. Su habilidad no ha cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le quita la alegría y el disfrute de disparar. Quedan apegadas allí, en su habilidad, las energías que necesitaría libres para disparar. El deseo del triun­fo y el resultado para conseguir el pre­mio se han convertido en enemigos que le roban la visión, la armonía y el goce.


El deseo marca siempre una depen­dencia. Todos dependemos, en cierto sentido, de alguien (el panadero, el le­chero, el agricultor, etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender de otra persona para tu pro­pia felicidad es, además de nefasto para ti, un peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la realidad.


Por tanto, el tener una dependencia de otra persona para estar alegre o tris­te es ir contra la corriente de la reali­dad, pues la felicidad y la alegría no pueden venirme de fuera, ya que están dentro de mí. Sólo yo puedo actualizar las potencias de amor y felicidad que están dentro de mí y sólo lo que yo con­siga expresar, desde esa realidad mía, me puede hacer feliz, pues lo que me venga desde afuera podrá estimularme más o menos, pero es incapaz de dar­me ni una pizca de felicidad.


Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melo­día la que me hace feliz; y cuando mi amigo se va me quedo lleno con su música, y no se agotan las melodías, pues con cada persona suena otra me­lodía distinta que también me hace fe­liz y enriquece mi armonía. Puedo te­ner una melodía o más, que me agra­den en particular, pero no me agarro a ellas, sino que me agradan cuando es­tán conmigo y cuando no están, pues no tengo la enfermedad de la nostalgia, sino que estoy tan feliz que no añoro nada. La verdad es que yo no puedo echarte de menos porque estoy lleno de ti. Si te echase de menos sería recono­cer que al marcharte te quedaste fuera. ¡Pobre de mí, si cada vez que una per­sona amada se va, mi orquesta deja de sonar!


Cuando te quiero, te quiero inde­pendiente de mí, y no enamorado de mí, sino enamorado de la vida. No se puede caminar cuando se lleva a al­guien agarrado. Se dice que tenemos necesidades emocionales: ser querido, apreciado, pertenecer a otro, que se nos desee. No es verdad. Esto, cuando se siente esa necesidad, es una enfermedad que viene de la inse­guridad afectiva.


Tanto la enfermedad, necesidad de sentirme querido, como la medicina que se ansía, el amor recibido, están basados en premisas falsas. Necesida­des emocionales para conseguir la felicidad en el exterior, no hay ninguna; puesto que tú eres el amor y la felici­dad en ti mismo. Sólo mostrando ese amor y gozándote en él vas a ser real­mente feliz, sin agarraderas ni deseos, puesto que tienes en ti todos los ele­mentos para ser feliz.


La respuesta de amor del exterior agrada y estimula, pero no te da más felicidad de la que tú dispones, pues tú eres toda la felicidad que seas capaz de desarrollar. Dios es la Verdad, la Feli­cidad y la Realidad, y Él es la Fuente, dispuesta siempre para llenarnos en la medida que, libremente, nos abramos a Él.

Tú ya eres felicidad

Despertarse es la única experiencia que vale la pena. Abrir bien los ojos para ver que la infelicidad no viene de la realidad, sino de los deseos y de las ideas equivocadas. Para ser feliz no has de hacer nada, ni conseguir nada, sino deshacerte de falsas ideas, ilusiones y fantasías que no te dejan ver la reali­dad. Eso sólo se consigue mantenién­dote despierto y llamando a las cosas por su nombre.


Tú ya eres felicidad, eres la felici­dad y el amor, pero no lo ves porque estás dormido. Te escondes detrás de las fantasías, de las ilusiones y también de las miserias de las que te avergüen­zas. Nos han programado para ser feli­ces o infelices (según aprieten el botón de la alabanza o de la crítica), y esto es lo que te tiene confundido. Has de dar­te cuenta de esto, salir de la programa­ción y llamar a cada cosa por su nombre.


Si te empeñas en no despertar, nada se puede hacer. "No te puedes empe­ñar en hacer cantar a un cerdo, pues perderás tu tiempo y el cerdo se irrita­rá." Ya sabes que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Si no quieres oír para despertar, seguirás programado, y la gente dormida y programada es la más fácil de controlar por la sociedad.

Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melodía la que me hace feliz; y cuando mi amigo se va me quedo lleno de su música.


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Extraído del Libro: Autoliberación Interior

Autor: Anthony de Mello



¡Hala, copiado está! ¡Qué aproveche!
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